RELIGIÓN Y MEDIO AMBIENTE

Un 24 de mayo de 2015, se publicaba la encíclica ecológica del Papa Francisco, «LAUDATO SI», lo que impulsó la puesta en marcha del Movimiento Católico Mundial por el Clima, esto se da además en un año coyuntural en el trabajo frente al cambio climático por la COP 21 que derivó en el Acuerdo de París y por los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) que tomaron ese tema.

En esta encíclica el sumo pontífice resalta el valor del planeta Tierra, refiriéndose a él como LA CASA COMÚN, puso gran énfasis en torno a la defensa de la naturaleza, la vida animal y las reformas energéticas. Identifica además los apremiantes problemas ecológicos modernos: a) La contaminación del medio ambiente y el cambio climático; b) El tema del agua; c) La pérdida de biodiversidad; d) Disminución de la calidad de vida humana y la destrucción de la sociedad; y c) la desigualdad global.

En relación al tema económico, rechaza las políticas de mercado contemporánea, que se basan en el incremento del consumo de la sociedad como un todo y de cada uno de los individuos.  La base del consumo de hoy es “comprar y tirar”. Reconoce que existe una “deuda ecológica” entre países del norte y del sur “relacionada con desequilibrios comerciales con consecuencias en el ámbito ecológico, así como con el uso desproporcionado de los recursos naturales llevado a cabo históricamente por algunos países.”  

Habla de construir un “nuevo estilo de vida” desde la “Educación y Espiritualidad Ecológica”, teniendo en cuenta la ética con valores en el amor social, sobriedad, humildad, crecimiento sano, solidaridad, convivencia, sacrificio, bondad, belleza, responsabilidad, compasión y cuidado. Palabras que pueden conducir a la unión del clamor de la tierra con el clamor de los pobres en uno solo, en un gran llamado a la modificación de la vida hacia un “amor fraterno que solo puede ser gratuito” y a una “redefinición del progreso”. La conversión ecológica que propone el papa lleva al creyente a “desarrollar su creatividad y su entusiasmo, para resolver los dramas del mundo”.

En cuanto a la crisis ecológica exige que se le dé un tratamiento integral, así lo establece al señalar que “hace falta la conciencia de un origen común, de una pertenencia mutua y de un futuro compartido por todos. Esta conciencia básica permitiría el desarrollo de nuevas convicciones, actitudes y formas de vida. Se destaca así un gran desafío cultural, espiritual y educativo que supondrá largos procesos de regeneración”. Transformar la relación con la naturaleza y con nuestros prójimos exige desinstalar valores y mentalidades, así como deconstruir formas de vivir atractivas pero insostenibles. Laudato Si sugiere una ruta clara para lograrlo, con su propuesta de ecología integral y las pautas para ponerla en práctica. Recomendó retomar y actualizar formas de desarrollo más cercanas al biocentrismo, ligadas a la naturaleza, al territorio y la vida cotidiana. Nos invitó a dejar de ser simples consumidores y convertirnos en habitantes de la maravillosa y delicada casa común y afirma que, a la luz de la degradación ecológica y el cambio climático, la justicia y la solidaridad, es decir, el compromiso con el bien común, tiene que ser entendido como “intergeneracional.

El papa Francisco expone una visión sistémica sobre el ambiente y la ecología integral al decirnos que “todo está íntimamente relacionado”, que “todo está conectado” y que cuando se habla del medio ambiente “se indica particularmente una relación que existe entre la naturaleza y la sociedad que la habita”. Pero lo mas importante es que esta encíclica va dirigida a “todos los habitantes de este planeta”, no habla solo desde el pensamiento cristiano, sino que también tuvo en consideración pensamientos y reflexiones de referentes de otras religiones y creencias, para dar a entender que todos sin importar la religión están pensando y pidiendo por el cuidado del ambiente, es por ello que “hace un llamado urgente a todas las personas a un nuevo diálogo sobre el modo como estamos construyendo el futuro del planeta”.

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